El virus causante de la fiebre amarilla se transmite por la picadura de zancudos. Concretamente, se trata de un arbovirus del género Flavivirus que se transmite por la picadura de diferentes especies de mosquitos Aedes y Haemogogus. La persona puede contagiarse cuando el mosquito que le pica se encuentra infectado por el virus. Es una enfermedad que afecta a todas las edades, pero las personas mayores tienen un mayor riesgo de desarrollar un estadío grave de la enfermedad.
El primer paso para el diagnóstico es el examen físico, seguido de una encuesta al paciente. Mediante la encuesta se busca determinar si el paciente ha viajado recientemente a algún país donde la fiebre amarilla sea una enfermedad endémica.
El virus puede ser detectado en sangre mediante la reacción en cadena de la polimerasa con retrotranscriptasa. La forma más fiable de determinar la enfermedad es mediante un análisis de sangre, donde se buscarán los anticuerpos específicos frente al virus.
No existe un tratamiento específico antiviral. Lo único que podemos hacer son medidas para combatir la fiebre, la deshidratación, o tratar una infección bacteriana asociada a la fiebre amarilla con antibióticos. Cuando los síntomas son graves, se pueden llegar a usar hemoderivados para los sangrados o diálisis para la insuficiencia renal.
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