La medida más eficaz para evitar la fiebre amarilla es la vacunación. La OMS recomienda la vacunación al menos 10-14 días antes de cualquier viaje fuera de áreas urbanas, en países donde la fiebre amarilla sea común. A día de hoy, algunos países ya solicitan una prueba de la vacuna antes de permitir la entrada. Esto evita que quienes viajan a países donde la enfermedad es endémica puedan importarla a países donde no hay fiebre amarilla. Además, otras estrategias de vacunación usadas para evitar brotes son la inmunización sistemática de los lactantes y las campañas de vacunación en masa para aumentar la cobertura en países en riesgo.
La inmunidad comienza a desarrollarse en 10 días. Solo hace falta una dosis para permanecer inmunizado toda la vida, no son necesarias dosis de recuerdo. Desde 1930 solo se han identificado 12 casos de fiebre amarilla después de la vacunación.
La vacunación solo está contraindicada en embarazadas (excepto durante brotes de la enfermedad), en las personas alérgicas al huevo, en inmunodeprimidos y en niños menores de nueve meses (también excepto durante las epidemias).
Otras formas de prevenir la enfermedad son el control de la reproducción de los mosquitos (por ejemplo, aplicar larvicidas en lugares con agua estancada) o evitar las picaduras (dormir en casas con mallas protectoras, usar repelente, llevar ropa que cubra todo el cuerpo…).
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