Por desgracia, el diagnóstico de la enfermedad no es sencillo ni infalible. Quizás sea más sencillo determinar la demencia en una persona, pero más difícil la causa de la desencadena.
Los médicos evalúan los antecedentes del paciente, en la consulta proceden con pruebas cognitivas (preguntas) para ver las habilidades de la memoria, cambios de conducta o deterioro del razonamiento.
Se pueden solicitar además, análisis de laboratorio pruebas de diagnóstico por imágenes del cerebro adicionales (imágenes por resonancia magnética, tomografía computarizada o tomografía por emisión de positrones), o incluso análisis de memoria. Son herramientas que ayudan a descartar otras patologías que causan síntomas similares; puede resultar que se trata de enfermedad de Parkinson, depresión o accidentes cerebrovasculares pasados y no del propio Alzheimer.
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